Dijimos "Para Siempre", pero no lo fue. Nos contamos nuestra vida en dos tazas de café y cuatro clases mal dadas, creímos conocernos más que a nosotras mismas, creímos ser distintamente iguales, pero no era así. Sí, la ilusión que pobló el corazón alegre, vivaz, que borró todo recuerdo del pasado, que atrajo las nuevas oportunidades y los nuevos sueños se desvaneció tenue. Aquellos abrazos cargados quedaron en simples roces de brazos, aquellas tazas de café llenas de vidas quedaron en un "¿Qué es de ti?" Y la alegría no fue más que sonrisas hipócritas.
Los "Para Siempres" quedaron en "Para Nuncas" por todo lo que no pudimos controlar, por aquellos errores que se podían arreglar y sin embargo se empeoraron, por querer ser otra persona, conseguirlo, y dejar de ser la que yo conocí, hace ya mucho tiempo, tal vez demasiado.