Él cerró los ojos muy, muy fuerte, con una extraña mueca de concentración. Los abrió y sopló en el dedo de la chica, hasta que la pestaña salió volando.
-Vale, ¡pero no me lo digas! Que eso no se puede decir hasta que se haya cumplido.
+Es que ya se ha cumplido.
-¡¿Ya?! ¿Y qué era?
+Que sonrieras.
No se había dado cuenta, pero llevaba un buen rato sonriendo, y esa vez su sonrisa fue aún más ancha.