Odio las continuas despedidas semana a semana; no pega un adiós con un te amo. Odio leerte los labios a través del cristal del autobús, lanzarte besos que no sé si llegarán, buscar tus ojos a metros de distancia. Odio despertar e imaginarte sentado en el autobús, con mirada somnolienta y brazos caídos, sin nada que abrazar, a cien kilómetros de distancia. Escribirte "holasquétal" cuando lo que quiero es darte un beso, escribirte "teamos" cuando quiero susurrártelos, "buenasnoches" con las sábanas demasiado frías. Odio tanto, tanto, tantísimo mirarte a los ojos en una foto sabiendo que tú sólo puedes hacer lo mismo; tener los ojos acuosos mientras hablamos ahora, sin que tú lo sepas, la sonrisa de idiota en el autobús, los recuerdos revueltos en la memoria.
Justo delante mía, una pareja de franceses con los pelos enredados en canas se acurrucan en el hombro del otro para descansar. Veo ahora las arrugas en el cuello de la mujer, oigo las conversaciones a media voz, las risas ahogadas por el silencio rey del lugar y pienso que así seremos, si queremos ser.
Odio, pero también amo. Amo las sonrisas, las miradas, la ilusión los viernes por la tarde, que hagamos de un lunes aburrido un lunes feliz, felicísimo, los abrazos inesperados, las conversaciones que cambian el mundo o que, al menos, cambian nuestro mundo. Amo estar escribiendo hoy, 22 de abril de 2013, esto, enamorada, un año y casi cinco meses después de todo, habiendo reído, llorado, reído, llorado, reído, reído, reído, reído, llorado y vuelto a reír. Habiendo superado lo que parecía insuperable, habiendo hecho lo que pensé que jamás sería capaz. Habiendo creado de un tú y yo un nosotros sin perdernos en el otro, con lo maravilloso que es eso. "Amo cada segundo", como tú; saber que somos un paraguas para cuando caiga una tormenta. Como dice la canción, "amo tanto, tanto la vida, que de ti me enamoré" y me das en cada minuto felicidad, alegría, ganas de seguir con todo, de ser yo, de enfrentarme al mundo; vida, no supervivencia. Amo las sonrisas inesperadas, las bromas a media tarde, meternos el uno con el otro sin enfadarnos, decirnos qué hacemos mal sin reservas, el 799. 999, el tagalo, el griego, las cosas nuestras. Amo tus manos acariciando mi espalda, tus dedos balanceándose entre los míos, nuestros labios que se unen y se separan sólo porque hay que respirar, las tardes de sábado entre tus sábanas-26 de mayo, preciosidad calendaria-, reír hasta que duela la barriga. Amo amarnos. Amo a ti. Amo que amo más que odio, que odio menos que amo. Que eres lo mejor de mi vida, y mira que hay cosas buenas, y que, pase lo que pase, seremos eternos en estas palabras, en cientos de ellas que quedan diseminadas por el mundo, en nuestra memoria, en nuestras risas que escuchan todos aquellos que quieran oírlas, en la Luna que nos observa, cotilla, todas las noches en Venus, en tantas, tantas cosas, que jamás podrán ser borradas. Seremos eternos incluso en nosotros mismos.