Necesito arte. Lo necesito. Necesito arte. Sí, necesito bes-arte, abraz-arte, mir-arte, cont-arte y todo aquello que es un arte, un verdadero arte.
Pero de lo que hablo es del arte, puro y duro, sin prefijos. Hablo de que necesito volar con los pies en el suelo, con las zapatillas de punta rompiéndome cada uña de los pies, de que necesito saltar y tocar una nube para luego comérmela, de que necesito mirar las caras espectantes de un público que no sabe qué habrá detrás de las cortinas, que espera sorprenderse pero que se sorprenderá de esperar sorprenderse de tan gran sorpresa que le sorprenderá, con tal juego de palabras infranqueable.
Hablo también de que necesito que mis brazos se extiendan hasta más allá del Fin del Mundo (Ushuaia), y del principio (Ushuaia también), de que mis pies se hundan hasta los infiernos en un incesante taconeo, de que la música emergente de mis dedos mientras una guitarra me seduce pueda llenar los oídos de las ballenas del Atlántico, de que necesito arte, arte, arte. Mi arte, hacia el mundo.Y lo necesito ya.
Se acepta cualquier cosa que implique crear y sonreír.