html> Cuentos para elefantes. : Grenade.

Grenade.

Cuando mi autobús estaba a punto de dejar atrás Granada, metí la mano en el bolsillo. Así, sin más, como quien se rasca la nariz, sin esperar encontrar nada. Pero allí había algo, no demasiado grande. Lo saqué. Un azucarillo que, en letras mayúsculas y azules, decía: Gracias por su visita. 
Qué equivocado estaba el azucarillo. No fue una visita, ya no lo es, ya es casi otra casa. Mi Granada, con su belleza, con su sol que se rompe en trocitos, con las personas que vino a traer aquí, Granada y todo lo que me ha enseñado, todo lo que no sé aún que me ha enseñado, todo lo que le queda por enseñarme. 
Granada, hasta luego. Nos vemos en Septiembre, y sigue siendo tan maravillosa como últimamente.