Las nubes negras nos tiran de los pelos y, nosotros, como acostumbrados a nuestro destino, no queremos soltarnos. "Es mejor así", nos decimos. Queremos evitar hacer daño y nos lo hacemos nosotros, queremos evitar dar explicaciones y nos las acabamos inventando. Las nubes negras nos tiran de los pelos pero no nos soltamos, no nos liberamos, nos mantenemos así, quietecitos todos, esperando que descarguen su chaparrón mientras agachamos la cabeza. Nos dan miedo, pero a ellas no hay quien las pare.
Las nubes negras, esas amigas para siempre de la infelicidad y la inseguridad, las que permiten que el círculo jamás se complete.