html> Cuentos para elefantes. : Camino a la Biblioteca.

Camino a la Biblioteca.

Sigo tus pasos callado, en silencio, y tú no te das cuenta. 
Ando detrás de ti, cual fantasma y te giras a la derecha, a la izquierda, de improviso, agobiada por esa sensación de vigilancia, pero no me ves.
Te encoges de hombros con esa gracilidad de adolescencia tardía y continúas tu camino hacia la biblioteca, pero tu ceño fruncido pone en jaque a la mosca detrás de tu oreja.
 De pronto, ¡zas! y te giras, pero no hay nadie. 

Al otro lado, ¡plás! Tampoco. 

Derecha, izquierda, derecha, izquierda, y comienzas a dar vueltas, con tu vestido de flores volando y empiezas a reír. 
Te olvidas de que alguien misterioso te persigue, porque no hay nadie, y sólo piensas en lo divertido que es dar vueltas en medio de la calle, con la brisilla de un verano que no acaba de irse colándose entre los pliegues del vestido, en las miradas de sorpresa, indecencia y casi, casi, repulsión de los que pasan por la calle, la sonrisilla de los niños que también quieren hacer eso pero sus padres no les dejan, en que quizás se te vean las bragas, pero qué mas da. 
Te ríes, y no puedes parar de reír mientras das vueltas, y vueltas, y vueltas, y bailas entre las calles, y abrazas farolas con la alegría dibujada en el rostro, y continúas tu camino a la biblioteca como si tuvieras ocho años, con esa infantilidad que nunca perdiste  mientras yo, poeta, te sigo persiguiendo dibujando tu camino en palabras. 
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