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La sociedad del miedo

El miedo es un título sin texto, una canción sin música, una poesía sin rima. El miedo se manifiesta en todas ellas y nos roba nuestra propia identidad, se convierte en ti,te besa, cual dementor, y te aspira hasta la última gota de felicidad; porque quien dijo que "la felicidad es para los valientes" tenía mucha razón. Hay que arriesgar, descubrir, no tener miedo a los colectivos.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando el miedo es colectivo? ¿Cuando la paranoia, el temor, la inseguridad, el terror, se apropian de una sociedad? Paranoia colectiva, control absoluto. éste es el pensamiento d
el miedo impuesto desde las más altas esferas del capitalismo, la falsa ilusión de la valentía, la contraposición entre el "sé emprendedor" publicitado en folletos, televisiones, carteles, autobuses, internet, y el "no arriesgues, quédate donde estás" publicitado por los indigentes, los suicidas económicos (o económicamente desesperados), los ancianos temblorosos por no poder pagar la calefacción, los treinta y cinco años de cotización a la Seguridad Social necesarios para no ser uno de ellos, los discursos caritativos de quienes lo tienen todo, por un Gobierno que no hace más que dar palmaditas en la espalda mientras desangra al pueblo y, sobre todo, publicitado por el silencio de qué es lo que pasa, por las costuras de aquellas bocas que hablan de desigualdad, marginación, racismo, delincuencia, retroceso, caos, caos, caos y más caos.
Sin embargo, hay otro "no" más importante aún. El "no cambies el sistema", el "no te levantes del sillón, no vayas a una manifestación, no exijas cambios y, sobre todo, no pienses que somos todos iguales"
Es este último el fundamental, porque si todos somos conscientes de nuestra igualdad, no hay razón para el miedo al ser humano, no hay motivos para someterse, atacar, obedecer, temerosos, y seguir el eterno camino de "trabajar, comprar, trabajar, comprar, trabajar, comprar" hasta morir. Si todos somos iguales, realmente iguales, jurídicamente iguales, socialmente iguales, este mundo enfermo y moribundo rejuvenecerá, eliminando las células viejas y cancerosas de su cuerpo. Las mismas células que siguieron el principio de autoconservación ya enunciado por Hobbes, la tendencia humana a aferrarse a la vida sobre todas las cosas, incluida la vida de los demás, propia del estado de naturaleza, esa hipótesis cada vez más real.
Olvidemos el miedo, espantemos a hombres del saco, cocos, fantasmas, vampiros, zombies y enfrentémonos al peor de los monstruos: el capitalismo.