Ana tiene 20 años; se sabe de
memoria todas las proteínas que componen el ADN porque tiene examen mañana,
pero ya no se acuerda de qué iba el mito de la caverna de Platón porque lo
estudió en 2º de bachillerato, sacó un 10 en el examen y dice que de eso ya
hace mucho. Si le preguntas sobre las células madre, te podrá recitar de
memoria el tema que se estudió ayer, pero ya no se acuerda de cómo se hace un
análisis sintáctico de una subordinada. De vez en cuando me cuenta que tiene
una profesora que explica sólo hablando, pero no le gusta porque no dicta
apuntes y no sabe qué estudiarse y se agobia por no tener un temario que
memorizar. A Ana le gusta estudiar, le gusta aprender, tiene ya cuatro matrículas
y está en segundo de carrera.
A Ana no le interesa nada que
escape del ámbito de su carrera, no sabe quiénes fueron Maquiavelo ni Allan Poe,
hace años que no ve un documental y cuando alguien la llama para ir a ver
alguna exposición de pintura siempre busca alguna excusa. Ana es el producto
estrella de este sistema educativo.
Le han dicho a Ana que dentro de
unos años ella valdrá 50,000 euros al año en el mercado laboral, aunque si las
cosas siguen así, su precio de mercado será mucho menor que su valor y todo el
proceso de transformación de la niña pequeña de 6 años, cuando entró en el
colegio, hasta los 25 que acabará el máster habrá servido de poco. En ese
momento pensará que para qué ha estudiado una carrera y el máster, que no le ha
servido de nada y hubiera sido más fácil
quedarse en materia prima, y pregunte a quien pregunte todos le darán la razón.
Pero Ana es el producto estrella
de este sistema educativo porque lo único que ha aprendido en los 14 años que formado
parte del sistema educativo es que no se estudia, se memoriza, a absorber
libros enteros dos días antes del examen porque no hay tiempo para más, a
interesarse sólo por lo que esté dentro de su ámbito, porque lo demás es
aburrido, a ser mejor que todos los demás por el mero hecho de serlo, porque lo
importante es sacar buenas notas, que tiene que estudiar algo que le permita
trabajar y "ser alguien en la vida", no importa si le gusta de verdad
o no, porque mientras más gane, será alguien mejor en la vida. Y, lo más
importante, a no cuestionarse lo que dicen los libros, porque son ellos los poseedores
de la verdad absoluta.
Para algunos, este es el sistema
educativo ideal que crea máquinas con forma humana capaces de hacer su trabajo
pero incapaces de ir más allá, que genera una sociedad conformista que en
ningún caso será capaz de ver más allá de su día a día y, evidentemente, de
plantearse el por qué de su forma de vida, del lugar en el que viven,
del sistema educativo y, ni mucho menos, del sistema económico social en el que
viven. Para ellos no es un sistema educativo, es un mercado de
transformación de personas que anula toda su capacidad como personas libres,
todas sus inquietudes, su curiosidad, su creatividad, su pensamiento crítico
para formar meros consumidores y productores que se sitúen bajo sus órdenes y
que les permitan jugar con las vidas humanas a su antojo, en el mayor sentido,
porque se trata de una educación que no enseña a vivir.
Un sistema que, a la pregunta de
Calderón de la Barca, ¿qué es la vida?, responde que es una rutina
circular de trabajo-consumo-trabajo en
vez de sueño y que los sueños, sueños son, porque no hay sueños.
Una educación que no nos deja, ni siquiera, soñar.
Para otros, este es el sistema
educativo fallido, más fallido de todos, por lo mismo que para otros es ideal.
Porque anula lo que nos caracterizó siempre, la imaginación y la razón. Anula
el pensamiento en sí mismo, enseña a no pensar, crea Anas que son
máquinas de la memoria, que son productos a utilizar para crear algo que las
demás Anas del mundo puedan consumir sin tan siquiera pararse a pensar
por qué lo hacen. Este sistema educativo, que forma para enseñar a los que
"no pudieron estudiar otra cosa", en el que el maestro por vocación
es una excepción, que agrupa en clases de más de 40 personas, que obliga a
especializarse en alguna rama del conocimiento con 16 años tras una pobre
formación secundaria, está fallido. Y lo está desde hace mucho, desde su misma
creación. Los recortes en educación no
hacen más que poner de relieve esos fallos que antes se escondían con nuevo
material tecnológico, más profesorado y mejores aulas, pero el problema está en
la base, en el propio planteamiento que nos enseñan a no hacernos, el mismo que
les enseñaron a nuestros padres, y a los suyos antes que a ellos. ¿Por qué?
La pregunta, por tanto, no es dónde
falla, porque falla por todos lados, es como un globo con pinchazos infinitos
que no hace más que desinflarse hasta, al final, morir, y con él matar a una
sociedad entera que se nutre de él, sino por qué falla, y creo haber intentado
dar respuesta a ambas preguntas. Falla en su mero planteamiento, en el "Ácido Desoxirribonucleico"
del sistema mismo, como diría Ana, si supiera pensar, falla porque crea una
sociedad de autómatas y asesina a bayonetazos a la creatividad, a la creación y
a cualquier alternativa. Falla porque es la única forma de mantener un sistema
económico y social basado en el infinito crecimiento y en la mercantilización
de los seres humanos, falla para no avanzar, falla porque tiene que fallar,
porque a la vez que falla, también es ideal. Falla, y seguirá fallando, hasta
que consigamos que deje de fallar; hasta que empecemos a leer, a escuchar, a
crear, a pensar.