Te pierdes en cada risa, en cada mirada cómplice donde no
estás.
Te pierdes en cada uno de mis fallos y, sobre todo, en cada uno de mis aciertos.
Te pierdes en cada respiración
entrecortada. En cada tormenta y en su calma.
Te pierdes en las mañanas, en la monotonía, en
las serendipias en cada uno de mis días que, créeme, son muchas.
Te pierdes en los besos que no salen de tus labios, en los
versos de amor que ya no escribo.
En los atardeceres.
En las noches de Alhambras y guitarras y canciones y granadas que estallan en poemas.
En mi corazón completándose con piezas de Lego.
En las risas tontas, en las carcajadas, en las sonrisas, en cada atisbo de luz en mis pupilas.
En cada uno de mis futuros posibles.
En mis ganas de cambiar el mundo.
En las veces que lo consigo.
Y me encuentro, más pura y más libre que nunca. Más sabia y
más loca.
Viva, como la tierra bajo mis dedos desnudos.
Me encuentro, en presente, y me cojo a mí misma de las
manos.