Él se acercó y ella le tendió la mano. Él no se la tomó.
Túmbate aquí, boca arriba.
Ahora, mira ahí arriba.
¿Qué ves?
Él titubeó. Entreabrió la boca, pero enseguida la cerró.
¿Qué ibas a decir?
"Nada", respondió.
Venga, no tengas miedo. No pasa nada. ¿Qué ves?
"Nubes, ¿Qué quieres que vea?"
Venga, vamos, un poco más de imaginación.
Volvió a titubear.
"Mmm...Veo... un barco pirata."
¡Sí!
A ella se le iluminaron los ojos.
Ahí arriba, esa nubecita pequeña, es el timón, ¿a que sí?
Asintió.
"Y ahí, esa alargada, la vela. Con su bandera pirata encima, ¿lo ves?"
¡Sí, claro que lo veo! Está lleno de piratas. ¿Dónde crees que van?
"Yo diría están buscando un tesoro, mira qué rápido se mueven. Pero tiene que ser un tesoro muy, muy preciado"
¿Por qué dices eso?
La miró y esbozó una ligera sonrisa socarrona.
¿Qué, qué pasa?
"Míranos, aquí, intentando descifrar las nubes. Como si tuvieran un significado oculto, o qué sé yo, como si fueran algo más que H2O en estado gaseoso. Como si fueran..."
¿Mágicas? No te atrevías a decirlo, ¿eh? Mágicas, mágicas, ¡mágicas! Vamos, dilo. ¡Mágicas!
Se levantó de un salto, pero el chico se quedó allí, sentado, serio, callado.
¿No te atreves?
Otra vez la sonrisa socarrona, contraataque. Pero él negaba.
Vamos, dilo.
"Que no, que la magia no existe."
¿Ah, no? Y entonces, ¿cómo explicas... Mmm.. ¡tus sueños!? ¿Acaso no son mágicas las cosas que pasan en los sueños?
"Pues no lo creo, cuando sea un gran científico te lo demostraré."
Bah, eso es que no tienes ni idea. Venga, asúmelo, la magia existe.
Ella volvió la vista hacia el cielo.
Oh, ¡mira, mira, mira! El barco pirata se ha parado.
Sin apartar la mirada de las nubes, se sentó al lado del chico.
En el cielo, justo por encima de sus cabezas, se encontraba una enorme nube blanca, quieta. A su alrededor, pequeños nubarrones parecían moverse ágiles como olas de un mar embravecido. Pero la gran nube-barco seguía allí, quieta.
Quieta, muy, muy quieta.
De pronto, una especie de cabeza gaseosa se asomó por la proa, mirando a izquierda y derecha. "¿Quién anda ahí?", gritó.
Los dos chicos enmudecieron.
"¡Capitán, no veo nada!" volvió a gritar.
"¡Pues alguien tiene que haber, espero que no nos hayan invocado para nada!", respondió una voz. "En todo caso, actuaremos.
¡Grumetes de agua dulce, a vuestros puestos!"
En ese momento, el oleaje se volvió más y más violento, pero el barco seguía allí, quieto, en medio del cielo azul encima de la montaña.
Sonó un trueno, y cientos de pájaros de colores salieron desde dentro del barco, y decenas de hombres de nube saltaron, espada en mano, al cielo.
"¡VAMOS A CONQUISTAR EL MAR DEL REVÉS!"
Aquellos fueron los primeros de tantos en luchar contra viento y marea, allí, en medio del mar del revés, del cielo azul coronado por el sol de agosto.
Y, mientras, en lo alto de la montaña, dos miradas no podían apartarse del cielo .