html> Cuentos para elefantes. : Albóndiga, alhóndiga, almóndiga. Tres poemas sin nada que ver.

Albóndiga, alhóndiga, almóndiga. Tres poemas sin nada que ver.

Uno. 2016.
Últimamente, los días siguen siendo igual de cortos;
me siguen faltando horas.
El tiempo se sigue parando en las comisuras de mis labios,
en el sonido de la risa, en las miradas cargadas de sonidos.
Y tú no estás.
Yo sigo saltando en los charcos,
bebiéndome las gotas de lluvia,
poniéndome margaritas en el pelo.
Aunque tú no estás.
Sigo aprendiendo a cada instante,
descubriendo la belleza del mundo en el brillo de otros ojos
y entendiendo, de una vez por todas,
qué coño significa el amor.

Y que es eterno mientras dura.
El sexo sigue siendo sexo,
los besos siguen haciendo vibrar el aire,
los abrazos siguen diciendo más que cualquier poema.
Y no, no estás.
Pero echar de menos nunca quiso decir volver atrás.
Que no, que no estás.
Y parece que la única, de verdad, imprescindible, siempre fui yo.




Dos. 2017.
Caíamos en todos los abismos, pero también volábamos sobre todas las nubes.
Fuimos tormenta y, a veces, fuimos atardeceres azules y rosas sobre las veredas llanas.
Éramos silencios despertados a golpe de risa, éramos la constancia de creer en lo increíble.
Lo nuestro, amor, era verdadera fe ciega.
Pero, al final, el avestruz se da cuenta de que no puede volar, el niño de que el círculo no cabe en el cuadrado y tú, de que lo imposible tiene mi mirada. 
 
Tres. 2018.
Es la certeza.
La certeza crea un hueco en mi estómago.
Vértigo de caer en la vertiginosa vorágine sin paracaídas.
Plaf.
Es la certeza la que apoya sus dedos fríos en mi espalda, como para empujarme,
Y tirarme desde ese avión que cruza el gran charco entre mi vida y mi vida de ayer.
Para volver al pasado y darme cuenta de que en otros mundos ya es presente.
Y que mi presente será, entonces, pretérito.
Imperfecto complejo.
Entonces,
Se soltarán las manos que ahora me agarran,
Se callarán las risas, los susurros e incluso los gritos.
Todo será vacío para llenar otras nadas en una antítesis que nunca acaba.
Sólo quedará la música, píxeles coloreados de la forma adecuada y una bandera del 26 ondeando en algún lugar.
El cariño en bytes y el abrazo que nunca pasa la aduana.
Historias que pudieron ser y las ganas crudas de vivir y vivir y vivir.
Corazones intentando curarse las ausencias.
Poemas en borrador.
  No te sueltes.